lunes, 11 de marzo de 2013

La máscara

Como en un carnaval, la realidad se oculta tras una máscara

Creemos vivir en una democracia, pero está claro que no es al pueblo a quien se escucha, ni obedece.
Es una dictadura maquillada de democracia donde se permite votar a un restringido grupo que vela por mantener el control a salvo de ideas contrarias a sus egoístas maquinaciones.

Nos quejamos de la falta de valores en la sociedad en que vivimos y es que no tienen cabida en ella.

La manipulación e impunidad de la realeza y la clase política que se eleva sobre la justicia moral y la libertad de opinión y castiga a quienes osen a apuntar un dedo en su dirección.

Hacienda No somos todos ni es para todos. Las fortunas y los defraudadores acaudalados no son tratados por igual. Buscarán cualquier error voluntario o involuntario de las paupérrimas cuentas de los contribuyentes dejando pasar por el agujero de la aguja al camello.

¿Había que salvar a los bancos? Si el dinero no está en el bolsillo de las personas no puede gastarse, si no hay compras la producción  decae, se encarece y empiezan los despidos y se retroalimenta la crisis.

Esta es la sociedad de consumo impuesta. Grandes negocios que controlan sectores a nivel mundial, eliminando la diversidad y empeorando la sostenibilidad.

El sentido de vivir no es necesariamente consumir mas, ni perder la vida intentando tener suficiente dinero para poder tener todo aquello que nos roba la vida.
Tendremos muchas cosas que no se han tenido nunca, pero hemos perdido todo aquello que se tubo siempre.

Quizá, si viviéramos nuestras vidas en vez de verlas vivir en una pantalla, podríamos valorar la vida en si lo suficiente para que tenga sentido.

Quitarse la venda de los ojos y ver todo eso que no deseamos ver, pueda que sea el primer paso para que deje de existir.

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