Mucho se ha hablado, se habla y se hablará de Cataluña.
Depende de tu ubicación, tus costumbres, tu ideología y de tus fuentes de
información darán una posición sobre este asunto.
El tema catalán no es un tema solo de catalanes, cada uno
puede tener su opinión particular, pero el hecho es que, por una gran mayorías,
todas las comunidades son parte del estado español, y así lo decidió el voto
de los ciudadanos en la constitución de 1978.
Entiendo que el mundo cambia y que no todo es inamovible pero
cualquier acuerdo que quiera implementarse sobre el existente, atañe a la
unidad conseguida por la constitución vigente.
Quizás algunos crean que es necesario un cambio a la
constitución actual que incorpore supuestos no establecidos anteriormente, o
cambiarlos radicalmente.
Nuestra democracia es una monarquía
parlamentaria, una democracia indirecta o representativa en la que el pueblo
lega a los candidatos elegidos el poder. Esto es particularmente curiosos
porque en nuestra constitución, en su artículo 1.2 dice: “La soberanía nacional reside en el pueblo español”
Si bien es cierto que el pueblo español, ha decidido el tipo democrático actual, también está capacitado para cambiarlo.
Por ejemplo, cambiando su democracia indirecta por otra más
activa en la que la decisión de la mayoría de los españoles y no de
representantes tenga valor (como en una democracia directa)
Dejando aparte las opiniones más extremas, las basadas en el
desconocimiento y el absurdo, las decisiones sobre cualquier cambio debe partir
desde el último gran acuerdo que fue nuestra constitución, aprobada por 87,78%
Dentro de ella se pueden hacer las consultas que otorgan al
pueblo todo el poder de una democracia directa, contemplada por nuestra
constitución, con un referéndum, pero este no puede ser manipulado y tratar de
que un pequeño grupo se imponga al acuerdo nacional.
¿Quieres cambiar el país a una república?, Tendrán que contar con los trámites
establecidos y consultar al pueblo soberano, que no es Cataluña ni ninguna otra
autonomía, sino el pueblo español.
En su unidad radica su poder y la soberanía.
Después de lo sucedido últimamente en Cataluña, Se suele
juzgar a todos por el mismo rasero. La visita de Otegui y las acciones
violentas que se están dando, no se hace extraño pensar en la similitud con la
kale borroka.
Para los catalanes que vemos con preocupación como son
manejadas las personas, las ideologías, la política en un beneficio basado en
una mentira similar al Brexit y el uso de la fuerza, tanto física como intimidatoria
a todos aquellos que no opinen lo mismo, la situación produce una gran pena,
ansiedad y sensación de privación de derecho y de apoyo, por un estado, poco o
nada favorable en esta situación.
Puedo aceptar cualquier opinión dentro del marco legal, que
es lo único que tenemos, me parece bien cualquier iniciativa que se formule y
tenga un valor para una mayoría.
Pero me parece absurdo sufrir el ultraje que sentimos los
españoles, especialmente los catalanes cuando oímos hablar de presos políticos,
sobre personas que han utilizado el fondo público para financiar sus propias
ideas, usando el voto depositado en ellos, por temas que no están de acuerdo
todos los votantes en las direcciones tomadas fuera de las manifestadas en su
candidatura electoral.
El PP tardó 3 meses en incumplir todas sus promesas
electorales y ahí están, sin un método eficaz de control, haciendo con el voto
de los crédulos que apoyaron sus promesas y que le otorgan un poder durante
años, sufriendo la vergüenza de las imputaciones en diferentes delitos y faltas
mostrando un fallo en la separación entre el poder político y el judicial. Por
supuesto es aplicable a otros partidos e instituciones como sindicatos que
permiten contrataciones lamentables, situaciones de dominio de las empresas en las
juntas sindicales y ahora inmiscuirse en la política, demostrando un mayor
desprecio sobre la clase trabajadora, redirigiendo recursos y esfuerzos a algo
alejado de su cometido que no cumplen eficientemente de por sí.
La ilusión de una democracia directa es una auténtica
utopía. No hay una formación en la enseñanza para ello y la confusión con la
democracia popular sería prácticamente inevitable, pudiendo tener las
consecuencias que se observan en los países de la antigua unión soviética que
abrazaron esta opción y que tantas similitudes tiene con el conflicto que
vivimos.
En las elecciones pasadas ya se mostró que la mayoría no
quería una independencia, pero también es cierto que el voto dado a otras
formaciones muestran un descontento, no siempre bien canalizado bajo mi punto
de vista, sobre diferencias serias con otros aspectos de la política general
creyendo, inocentemente, que separándonos de ella no iba a tener la misma
incidencia.
Si algo ha demostrado la historia es que el poder corrompe y
manipula.
Recordemos lo sucedido en el gobierno del III Reich, donde
se manipuló con facilidad a la población, la misma que sigue llorando sus
decisiones pasadas.
Por desgracia, el sentimiento patriótico no es una de
nuestras mayores virtudes, pero históricamente no hemos tenido ocasión, aparte de
conflictos que aunaran al pueblo en una causa común, no ha habido ocasiones
propicias para ello.
Ahora sería un buen momento para empezar, comenzando por no sentirnos avergonzados de ser españoles por la imagen que muestran nuestros dirigentes que hacen de nuestro país chiste y chirigota, perdiendo otros adjetivos más honrosos que nos representaban por todo el mundo.
Ahora sería un buen momento para empezar, comenzando por no sentirnos avergonzados de ser españoles por la imagen que muestran nuestros dirigentes que hacen de nuestro país chiste y chirigota, perdiendo otros adjetivos más honrosos que nos representaban por todo el mundo.
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Imagen base: Copyright
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