Es en esta estación donde se reúnen las condiciones para encontrarnos con ese pequeño cachorro que nos parece imposible dejar de sostener. Nos juramos y perjuramos que le vamos a querer siempre.
Sin saber nada sobre el, ni su situación, decidimos llevárnoslo mientras ahogamos la posibilidad de que se lo arrancamos de una familia, con el consabido " si se iba a morir..."
Cuando se acaben las vacaciones, abandonaremos el juguete que ya no nos satisface al pie del vehículo, o en el mejor de los casos, cerca de donde lo encontramos, mientras nos repetimos cosas como "este es tu sitio" "vuelve con tu familia" olvidando que no hicimos lo que el necesitaba sino lo que nosotros quisimos.
Ahora quedará un cachorro, huérfano, sin los sentidos adecuados para buscarse sustento ni para evitar peligros, sobre todo el mayor de los peligros
nosotros.
La raza humana es superior a las demás, pero solo en crueldad.
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